Ray Bradbury escribía Crónicas marcianas en el año 1951. Una obra que, junto a otras del propio autor, como Farenheit 451, se han convertido en clásicos de la ciencia-ficción. No obstante, el lector no debe engañarse, Crónicas marcianas es una novela con un fondo fantástico porque habla de marcianos, viajes espaciales, mares y lunas marcianas y un largo etcétera de ingredientes fantásticos pero está totalmente desprovisto de esa cobertura científica que caracteriza a muchos libros del género y que tal vez esperas cuando comienzas la lectura. Más allá de que sea un defecto, al contrario, justo por eso se hace muy llevadero leer esta obra que en la adolescencia debería ser obligatoria y que en cualquier momento sienta bien.
Bradbury presenta Marte con un aire de western futurista en que los terrícolas se lanzan a la conquista del espacio y la colonización de nuevos planetas. De ahí que el fondo motor de la historia sea la conquista de nuevos territorios y cómo la mano del hombre destruye todo aquello que descubre nuevo ante sus ojos.
Es una invitación a la reflexión acerca de que en todo cambio nada se acepta tal cual llega. Muy al contrario intentamos volcar todos nuestros esfuerzos en hacer que todo sea como antes, como lo hacíamos en nuestra vida pasada, porque estaba bien y esto que veo no está bien porque no lo he hecho yo.
Así sucedió con la llegada de los españoles a América y así se deja sentir en el sustrato de muchos de estos textos. Una especie extinta por varicela, la carrera espacial por huir de la bomba atómica como fondo de la sociedad norteamericana de la época, la esclavitud del hombre negro de los cincuenta que ve otro mundo (Marte) como la tierra prometida y el hombre blanco ve peligrar sus privilegios.
Esta colección de cuentos está atravesada por un torrente poético y evoador que le concede una verdad narrativa en la que el lector queda atrapado. Habla del tiempo, del espacio, de los anhelos y los antepasados, en la Tierra y en Marte. Esa expresividad constituyen un acierto para que el lector pronto se olvide de que está en Marte, momento en que el planeta rojo solo aparece como telón de fondo para historias que comprendemos perfectamente, que relacionamos con nuestro presente y la historia reciente del mundo tal como la conocemos.