«El evangelio» de Elisa Victoria

Me gusta El evangelio de Elisa Victoria porque refleja la crisis en una joven que está acabando la carrera y a la que permanentemente le asaltan dudas, las mismas que a cualquier persona adulta. Todas esas dudas que erróneamente crees (y siempre te dicen) que con el tiempo de disiparán. De hecho, las dudas que se plantean la acompañarán toda la vida e influyen de manera decisiva en su manera de ver el mundo,  en las relaciones complicadas que va a establecer, en los silencios, la incomunicación y todo aquello que no tienen por qué llegarse a resolver pero aún no lo sabe. 

La obsesión por encajar en el sistema es algo que nos acompaña desde niños y no se va a lo largo de nuestra vida. Se llega a controlar, aprendemos a lidiar con ello, a conformarnos, a saber qué confrontar y qué no, a derribar muros y otros dejarlos intactos. Por eso, situar la novela en los dos tramos de la etapa educativa me ha parecido un acierto. Por un lado, la entrada que simbolizan los alumnos de cinco años de la joven maestra; por otro lado, su salida al mundo laboral al final de la carrera con las primeras prácticas y la primera toma de contacto con el trabajo real.  

Me ha gustado mucho El evangelio porque la autora construye un personaje de manera descarnada, sin ambages y haciendo muy pocas concesiones a temas clave que nos afectan a todos, todas y todes. Consigue actuar como espejo de múltiples inseguridades, empezando por el propio cuerpo y la relación con él (y con las demás personas). Aborda el sexo sin complejos ni tabúes y lo hace aparecer en algo que a todo el mundo le incomoda, en una niña de cinco años, así como subraya la masturbación o el aferrarse a una relación tóxica por no estar sola, por encajar sin más. Además, apunta ese amor platónico por su amiga Diana (apuntando una bisexualidad clarísima). 

En ese trayecto de un barrio de la periferia al centro, el personaje se ve atravesado por su trabajo precario, la conciencia de clase al haber nacido donde ha nacido y en el seno de la familia en la que lo ha hecho. Habla de situaciones incómodas, bizarras, en algunos momentos delirantes. Especialmente de aspiraciones que no casan con las posibilidades de éxito y una inercia te hace seguir adelante siendo plenamente consciente de esa insatisfacción marcada por fracasos, deseos no resueltos, por relaciones complicadas y la incomunicación, representada por la relación con la madre, de la que es consciente y no hace nada por remediarlo aunque sabe que en el futuro se va a arrepentir. Tal vez porque, como muchos pensamos, todavía hay tiempo. 

En definitiva, es esa etapa de adaptación al mundo, marcada por un desasosiego abrumador por descubrir el mundo tal como es y descubrir que la ficción siempre habla de la realidad con una estética que acompaña a los hechos y eso no sucede en la vida real. No está puesta en el escenario, no hay un set que la acoja y la haga mísera pero bonita o entrañable. La realidad es dura, es triste, es violenta, es discriminatoria…

Matar cabrones

9788412003673Matar cabrones es la novela póstuma de Fernando Mansilla, quien en junio de 2019 moría dejando esta obra casi acabada. El autor de Canijo regresa al underground sevillano, a esa Sevilla repleta de outsiders y rica en historias que dan voz a quienes habitan los márgenes de la sociedad.

En Matar Cabrones Mansilla hace gala de una formula narrativa absolutamente tarantiniana. Entras en la acción a la velocidad del rayo, presenta a los protagonistas sin ambages, haciéndote cómplice del ambiente y entrando a formar parte de la cofradía de personajes con los que vas a convivir durante la lectura. Desde la primera escena la acción avanza de manera trepidante para luego derivar en un relato fragmentario articulado por Adelardo, el protagonista de la novela.

El narrador fluctúa entre la primera persona y la omnisciencia. A veces la voz narrativa se diluye entre diálogos ágiles, frases cortas, vivaces, repletas de procacidad y caracterizadas por el habla sevillana propia de la marginalidad de la zona de la calle Feria y sus alrededores.

Matar cabrones es cruda, ágil y un relato vibrante desde el comienzo. Un comienzo que empieza por el final y te sumerge en todos los garitos donde el lumpen trapichea, trafica y trisca. Es un homenaje al buscavidas, a un modo de vida que fluye en la ciudad ajeno a la gentrificación y a la pátina que Airbnb parecía haber borrado y no ha podido. Por encima de todo, Matar cabrones es una oda a la justicia, una obra en la que a veces los ignorados, aquellas personas que siempre reciben un no y un portazo en las narices, tienen suerte y se les hace justicia.

Fernando Mansilla es claro, preciso y atinado. Todo viene a cuento, con sencillez pero con una afilada habilidad comunicativa. Un ejercicio de estilo que ha convertido en un sello personal ya alumbrado en Canijo y más tarde rematado en Relatos faunescos.

La obra tiene un final oficial y los editores de Barrett han querido añadir un final alternativo que, desde mi punto de vista, te deja un sabor agridulce porque no sabes muy bien cuál quedarte. Si no te da miedo tener la sensación de que algo te has pedido, no sigas leyendo cuando encuentres el final oficial -que es el primero-. El final añadido-alternativo se presenta como una suerte de deus ex machina que no termina de conectar de modo coherente con el resto de la historia, aunque probablemente haya quien lo prefiera. Yo desde luego no.

A través de mi ventana

images.jpegEste libro fue escrito por Ariana Godoy en Venezuela a través de una plataforma llamada Wattpad, dónde a todo el mundo se le permite escribir lo que desee, 115 millones de lecturas diarias de este libro hace que Wattpad decida llevar a Ariana a la cima, publicando este libro en físico y permitido en la mayoría de las librerías del mundo, la pequeña historia de Raquel hace que le dé la vuelta al mundo en 2019, haciendo que su autora escriba dos libros más sobre la familia Hidalgo, llamados: «A Través De Ti» y «A Través De La Lluvia».

A través de una ventana y la contraseña del wifi es donde empieza la historia de Raquel, una chica joven y astuta, pero con una gran debilidad hacía uno de sus vecinos, Ares Hidalgo, joven, atractivo, de familia adinerada, jugador de fútbol, y con el coeficiente intelectual más alto de todo el condado. Al señor y señora Hidalgo les encanta Grecia y sus dioses de ahí el nombre de sus tres hijos, Ártemis, Ares y Apolo. A pesar de las grandes cualidades de Ares, su vida no es tan fácil y sencilla como todos imaginamos, al igual que la de Raquel.

A pesar de todos los malos tragos, son el mejor regalo que la vida podría darles a ambos, pero ellos aun no los saben.

Sin duda uno de los mejores libros que he podido leer y del que más rápido me he enganchado, ya que la forma de transmitir y de hablar es única, solo al leer las dos primeras frases hizo que me consumiera en el de una manera extraordinaria. Ariana Godoy crea este libro hablando de forma coloquial y a través de Raquel mayoritariamente, haciendo que el personaje cuente su propia historia en presente, algo que me ha gustado mucho. Trata temas como el amor, la amistad, el suicidio, la relación con los padres y la igualdad entre personas sin importar la clase social… temas que realmente deben tocarse. Mis personajes favoritos sin duda son Apolo y Joshua (Yoshi) mejor amigo de Raquel, los dos son personajes diferente al resto y a lo común, por lo que a mí me llama mucho la atención, por otro lado no me cae nada bien Ártemis, pero aún así me impacta su forma de ser y me parece una persona muy difícil de estar con ella pero a la vez, alguien muy especial e interesante. Todavía no me lo he terminado y me queda muy poquito, pero aún así no quiero que se acabe por qué me está enseñando que todas las personas podemos querer de la misma forma pero hacer diferentes actos para demostrarlo.

Estás trilogías de libros se las recomiendo a todas las personas una vez entrados en el instituto, para mí es un libro que realmente debería de leer todo el mundo, porque aparte que te enseña muchas cosas, no te muestra el amor como por ejemplo lo hace Disney, no todo es siempre tan bonito, y realmente hay que esforzarse para todo cuanto desees.

Por Sara Pallarés Jaén, 3º ESO-C