Isa Cantos, bailaora

En una biblioteca humana cualquier persona puede ser un libro, porque cualquiera de nosotros tiene algo que contar a quienes estén dispuestos a escucharla. De este modo, para celebrar el Día del Flamenco 2023 invitamos a Isabel Cantos, una bailaora que estudia en nuestro centro y tiene una vida dedicada al flamenco desde que era una adolescente. 

Cuenta su trayectoria a un grupo de alumnos de 1º de Bachillerato B y C. Este libro está escrito en la indeleble tradición de la tinta oral. Con ella viajamos durante una hora intensa y emocionante. Abrimos el libro de Isa Cantos, bailaora. 

Relatos ganadores del Concurso de Relato Breve de Terror 2023

Aquí podéis leer los relatos ganadores de este año. Ha habido un gran nivel. Las autoras ganadoras han sabido transmitir en sus relatos misterio, miedo, terror, tensión y sorpresa. Además de una serie de relatos estupendamente narrados.

PRIMER PREMIO

“EL CUADRO” de Alba Torres Sánchez (1º ESO-C)

Dicen los que lo vieron, yo no estaba, pero me lo dijeron….que en la famosa noche del 31 de octubre, le ocurrió algo a una niñita rica y muy egoísta llamada Amanda.

Antes de contaros lo sucedido, os explicaré un poco como era ella, sus gustos, etc. Amanda era una niña de familia exageradamente rica, que vivía en una casa enorme, espaciosa y muy elegante que destacaba en todo el barrio. La niña era egoísta, caprichosa y siempre se burlaba de todo aquel que simplemente no tuviese cosas caras. Pero aparte de que a Amanda le gustaba hacer sufrir a los demás, también amaba otra cosa, coleccionar cuadros.

Ella tenía un montón de cuadros ya que su familia era muy rica, hasta tenía un cuadro pintado por Pablo Picasso, que sin exagerar, podría costar 300 millones de euros, ¡Qué barbaridad! En fin, que le encantaba coleccionar cuadros y que tenía ya todos los que podía imaginar.

Amanda no sabía dónde podría conseguir más cuadros, investigó e investigó y finalmente encontró una tienda muy aislada, donde vendían cosas muy raras. Entró en dicha tienda con su padre y nada más entrar, quedó fascinada por un cuadro situado arriba del mostrador de la tienda, en el que estaba ilustrada una mujer preciosa, dibujada con colores muy vivos y bellos. Ni se lo pensó, cogió la enorme cartera de su padre y ¡Ala!, soltó un millón de euros de la cartera, por fin el cuadro, era suyo.

Iba caminando feliz a su casa con el cuadro en la mano, dando saltitos de alegría. Cuando llegó a su casa lo colgó en su pared y orgullosa vio como tenía otro para su colección. Cada vez que Amanda iba a su cuarto y veía el cuadro, le embargaba una extraña sensación de que ese cuadro tenía algo distinto al resto.

Pasaban los días, pero Amanda siempre notaba algo raro en el cuadro, no sabía cómo explicarlo pero a ella hasta le empezó a asustar de alguna manera. Ella no sabía porque le daba miedo ese cuadro, ¡Si era precioso!, pero algo, le daba mucha sensación… quizás la mirada… no lo sabía.

Llegó el 31 de octubre, Amanda estaba en el instituto, pero no se esperaba lo que se iba a encontrar cuando llegase a su casa. Al llegar, hizo lo primero que siempre hacía cuando cruzaba la puerta de su hogar, que era preguntar gritando: “¿Qué hay para comer?”. Pero desgraciadamente, nadie le contestó.
Empezó a buscar a sus padres y muy asustada, buscaba, buscaba y buscaba, pero nada, no había nadie en su enorme casa. Salió a la calle y se quedó pálida….. ¡No había nadie en el barrio!, mejor dicho….¡No había nadie en el MUNDO!

No sabía lo que hacer, fue a su casa y vio que en el precioso cuadro que se había comprado hace unos días, había desaparecido la mujer. En ese momento, se paralizó de lo asustada que estaba. Escuchó un ruido, miró para atrás y no había nadie. Volvió a mirar al cuadro y vio que en él, había ahora mucha gente diminuta pintada, entre ellas, sus padres y sus amigos del cole. Toda la gente que había desaparecido estaba en el cuadro.

De nuevo, volvió a escuchar otro ruido detrás suya y…. ¡Madre mía, era la mujer del cuadro!. Le dio un golpe a Amanda y la dejó inconsciente.

Cuando se despertó, no sabía si habían pasado horas, días o solo segundos, pero de lo que si se dio cuenta, es que ahora era ella la que estaba dentro del cuadro. Toda la gente diminuta ya había vuelto a la vida real, pero ella ahora era la mujer del cuadro.

Pasaron años, muchos años y toda la gente del barrio daba por muerta a Amanda, sin embargo era ahora ella, la preciosa pintura que escondía una escalofriante historia. Esta es la historia de Amanda, pero… déjame explicarte porqué pasó esto:

  • Cuenta la leyenda (pero es verdad, es verdad), que existe una maldición que le puede pasar a cualquiera, que te metes en un cuadro y solo puedes salir la noche de Halloween. De modo que recuerden no comprar nunca cuadros en esta noche tan singular y misteriosa.

Colorín colorado, esta historia se ha acabado y el que piense que miento, que se caiga de su asiento.

SEGUNDO PREMIO

«El asesino de la máscara de pato» de Paula Blanco Arriaza (3º ESO-C)

Era la noche de Halloween, hacía viento y el cielo estaba cubierto de nubes que solo dejaban ver la luna llena. Yo me dirigía con mis amigos al parque de atracciones, ya que acababan de abrir una nueva atracción de Halloween que trataba de escapar de una casa. Estábamos emocionados porque íbamos a ser los primeros en probarla, puesto que no había nadie allí. Cuando entramos nos encontramos una carta que decía que teníamos una hora y veinte minutos para completar las pruebas y que por cada error que cometamos se eliminaba a uno al azar. Además había un mapa con las habitaciones de esa casa. Era una coincidencia que hubiesen ocho habitaciones, al igual que nosotros. Rápidamente nos dirigimos a la primera habitación para conseguir completar esa prueba. Tardamos un poco debido a un pequeño despiste. Con la llave de la siguiente habitación nos dirigimos hacia allí, pero… faltaba alguien. Volvimos a la habitación anterior y nos encontramos a uno de mis amigos en el suelo con un puñal clavado en la espalda y con una máscara de pato ensangrentada puesta en la cara. Parece que con eliminar a alguien se referían a matarlo… Además encontramos un mapa igual al que nos encontramos en la entrada, pero había un punto rojo justo en el lugar donde se encontraba el cuerpo. Asustados continuamos con las demás pruebas, cada vez quedábamos menos. Un rato después solo quedaba yo, estaba terminando de descifrar un código para salir, hasta que escuché un ruido. Era el reloj indicando que el tiempo había finalizado. De repente noté como un papel se deslizó hacia mí. Cuando lo miré, me quedé paralizada. Era el mapa de la casa con un punto rojo en cada habitación. La sala en la que me encontraba también estaba señalizada. Todos los puntos formaban la silueta de un pato. Después noté algo más a mi lado, era otra de las máscaras que se encontraban cubriendo el rostro de mis amigos. Ya era demasiado tarde para escapar cuando noté la presencia de alguien detrás de mí.

TERCER PREMIO

“La Mansión Embrujada” de Shantall Muñoz (4º ESO-C)

En la noche de Halloween Sarah y David decidieron aventurarse en un antiguo bosque que los lugareños habían evitado durante años. Se rumoreaba que, en esa noche, las criaturas del inframundo se liberaron y buscaban venganza.

Mientras caminaban entre los árboles sombríos, una luz tenue apareció en la distancia. Intrigados, se acercaron y encontraron una mansión abandonada, iluminada por las velas titilantes. La puerta crujió al abrirse, como si invitara a los curiosos a entrar. 

Exploraron la mansión, escaleras crujientes los llevaron a un sótano oscuro. Allí, encontraron un libro antiguo que hablaba de un ritual para atraer a los muertos de vuelta a la vida. Rieron nerviosos, pensando que solo era una broma de Halloween.

Decidieron probar el ritual como una broma entre ellos. Para cuando terminaron de recitar las palabras, un viento helado llenó la habitación y sombras se retorcieron en las paredes. De repente, Sarah sintió una mano fría aferrándose a la suya. Se volvieron para ver figuras espectrales emergentes de las sombras, ansiosas por venganza. 

Aterrados, intentaron deshacer el ritual, pero era demasiado tarde. Las criaturas del más allá los arrastraron hacia las profundidades de la mansión, donde se dice que sus lamentos aún se escuchan en las noches de Halloween.

MENCIÓN ESPECIAL

«Una invitación envenenada» de Ángela Blanco Arriaza (3º ESO-C)

Era la noche de Halloween. Esa noche en la que seres aterradores nacidos de películas,series o novelas cobran vida a través de rostros inocentes cubiertos de telas de distintos tactos, colores, anchuras… 

Cada 31 de octubre suelo quedar con unos amigos de mi infancia, pero esta vez todo podría cambiar. Por la tarde recibí una carta de un tal Sr M. Aquel nombre no me daba confianza. La carta decía que me invitaban a una fiesta de Halloween, la cuál sería inolvidable. Estaba dudando si ir o no. Finalmente decidí ir. La carta no especificaba si podía ir con alguien o no, así que pedí a un buen amigo, el cual era como un hermano para mí, que me acompañase. Él sin pensarlo dos veces aceptó. A las nueve, nos recogería un coche para ir a nuestro destino. Al llegar, un paisaje sombrío nos acogió. Nos bajamos del coche. Un mayordomo nos recibió a la entrada. Esperaba encontrarme con el Sr M, pero en aquel momento no estaba allí por asuntos personales, según me comentó el mayordomo. Pero para mi sorpresa, y la de los demás invitados, el Sr M nos había preparado un juego. Este consistía en encontrar una serie de objetos escondidos por toda la mansión, por lo tanto el mayordomo repartió una lista de objetos.

Mi amigo y yo empezamos por la planta de abajo, primero, luego en la cocina, a continuación el comedor, seguidamente la sala y finalmente el invernadero. En total encontramos 12 objetos, pero todavía no habíamos terminado. Quedaba la planta de arriba. Tras subir las escaleras, entramos en una habitación. Estuvimos buscando por todos los rincones, pero no encontramos nada, bueno, nada de la lista, pero sí una llave con forma de calavera. Nos pareció muy extraño, pero aún así la guardamos. Más tarde, encontramos una puerta con un candado. Esta coincidía a la perfección con la llave que encontramos anteriormente, así que abrimos la puerta. En el interior se hallaba un largo pasillo y en el final un espejo. ¿Qué extraño no? De repente, se iluminó una figura, era una figura humana. Asustados decidimos irnos lo más rápido posible pero repentinamente esta se abalanzó sobre nosotros. Por suerte conseguimos escapar sanos y salvos. Aturdidos por aquel suceso, bajamos las escaleras y volvimos a la entrada. Allí nos encontramos nuevamente con otros de los invitados, pero sorprendentemente no parecían ellas, se comportaban de forma extraña. Entonces recordamos aquella figura y dimos por hecho que la mansión estaba embrujada y que la figura era uno de todos los espíritus que habitaban allí, los cuales querían poseer nuestros cuerpos y la de los demás invitados. ¡La invitación era una trampa!